El partido Movimiento Ciudadano ha decidido retirarle la candidatura para gobernar Quintana Roo al polémico empresario y actor Roberto Palazuelos, según han confirmado fuentes del partido a EL PAÍS. Está previsto que el anuncio se haga oficial durante una convención del grupo político este sábado, han agregado. Las constantes polémicas en las que se ha visto envuelto Palazuelos en las últimas semanas han tensado la relación con un partido que trata de hacerse un hueco fuerte como oposición al hegemónico del presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena. Los señalamientos de corrupción hasta videos antiguos de entrevistas donde el actor llegó a confesar la participación en el asesinato de dos personas le dieron la puntilla final a una carrera política efímera.
En menos de dos meses, Palazuelos ha pasado de ser el excéntrico rey de los reality shows, el rostro más bronceado de México, el máximo exponente de una masa de jóvenes ricos que alardeaba de sus yates, aviones privados, siempre rodeado de las mujeres más atractivas, quien acuñó el término Mi rey hace décadas y que sigue vigente entre quienes desean parecerse a él, al “hombre que Quintana Roo necesitaba” y, ahora, al desheredado de un partido que ante los escándalos le ha dado la espalda. Nadie esperaba que un personaje acostumbrado a ocupar las portadas del corazón por sus trifulcas con su examigo, el cantante Luis Miguel, decidiría un buen día de enero entrar en política. Su etapa oscura de la prensa rosa lo ha perseguido hasta que su partido ha decidido que manchaba demasiado las siglas.
La apuesta por Palazuelos fue arriesgada desde el principio. Un hombre que no se ha quedado callado desde hace décadas y que ha estado en todos los meollos del corazón, porque ese era su principal escaparate, detrás había otros negocios: hoteles en la Riviera Maya y Cancún, de quien se dice ser el “principal promotor turístico” y que él mismo creó lo que es Tulum ahora. Palazuelos sonaba a chiste, al showman de la prensa de papel cuché que presumía todavía de sus épocas doradas cuando acompañaba a hijos de expresidentes a fiestas orquestadas por el mismísimo Estado Mayor Presidencial, parrandas con personajes tan oscuros de la política mexicana como Arturo El Negro Durazo, exjefe de la policía de la capital en los ochenta, o reuniones privilegiadas en la residencia oficial de los presidentes de México, Los Pinos.
Todo eso constaba en el currículum del aspirante. Pero la artillería política desempolvó viejas entrevistas que acabaron por machacar su carrera pública exprés. La primera, unas declaraciones que resucitaron poco después de conocer su candidatura donde comentaba para un programa de Youtube que por haberse codeado desde adolescente con los hijos de expresidentes, llegó a asistira fiestas en casas del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) organizadas por el cuerpo de seguridad del presidente del Gobierno. Apuntó, también entre risas, para el canal Pinky Promise, que cuando “Don Miguel” —refiriéndose al expresidente Miguel de la Madrid— se iba de gira por el país, él y sus hijos llamaban a una secretaria para preguntar en qué casa podían quedarse. No importó que eso lo hubiera dicho en noviembre y que eso hubiera sucedido hace más de 30 años. Fue el primer aviso.
Hace una semana, otra entrevista de octubre de 2020 volvió a salir a la luz. Esa fue la que ha marcado el fin de su candidatura y puso a medio partido en su contra, incluidos dirigentes de la Cámara de Diputados, como el coordinador de la bancada de Movimiento Ciudadano, Jórge Álvarez Máynez, o la senadora Patricia Mercado. Al calor de un tinto y un tequila, el también conocido como Diamante Negro reconocía cómo fue el día en que participó en una balacera donde acabaron asesinando a dos presuntos ladrones con la misma naturalidad con la que antes había hablado de sus amoríos y de su infancia. Entonces todo fueron risas. Pero como aspirante a gobernador, sus días estaban contados.
La entrevista que dirigía el veterano presentador del corazón, Yordi Rosado, se volvió viral el lunes pasado. Casi 10 millones de personas han observado desde que se publicó el video al famoso actor de telenovelas, abogado, empresario hotelero y, sobre todo, al rico mexicano por excelencia, declarar que en una fecha no especificada se encontraba con un amigo —”un colombiano mafiosón”—y un teniente cuando unos tipos trataron de asaltar el negocio de otro amigo en la Ciudad de México y ellos les respondieron a tiros. “Se armó una puta balacera… Matamos a dos cabrones”, señala.
—¿Tú mataste a alguno?— le pregunta Rosado.
—Todos. Ahí todo el mundo le dio a todos.
La difusión masiva de este video en pleno lanzamiento de su carrera política supuso un misil que no solo afectó a Palazuelos, sino que amenazaba la imagen de un partido de reciente creación y que promete huir de la “vieja política”. Palazuelos representaba con esas palabras lo peor de las viejas prácticas, de la impunidad de los más ricos, de todo lo que el partido que también representa a políticos polémicos como Samuel García trata de sacudirse. “No somos lo mismo”, es el mantra. Pero Palazuelos y su historia simbolizaban el mismo México al que algunos miran con nostalgia.
De poco sirvió que Palazuelos ofreciera declaraciones posteriores al escándalo negando aquellos hechos. Aludiendo que se trató de una anécdota sin importancia, un chiste, a fin de cuentas. Que lo que dijo en esa entrevista de 2020 que se reproducía con fervor ahora no fue del todo así: “Yo nunca maté a nadie, yo nunca nada y fue una legítima defensa”, señaló en una entrevista con el presentador Ciro Gómez Leyva. El daño a su carrera y al partido estaba hecho.
Y miembros destacados del grupo político, como la exdiputada Martha Tagle, comenzaron a pedir su retirada: “No basta con que Palazuelos se retracte de sus dichos, su trayectoria lo marca y es un perfil opuesto a lo que hemos venido construyendo en Movimiento Ciudadano para ser una alternativa ciudadana. Estoy convencida que hoy es más beneficioso no darle la candidatura que sostenerla”, comentó en su cuenta de Twitter el 7 de febrero. Cuando el escándalo se difuminó y hasta el propio Palazuelos había contratado a un asesor del expresidente Enrique Peña Nieto por unos 10 millones de pesos (medio millón de dólares) para limpiar su nombre, el partido le ha dado la estocada final.
(Con información de El País)