El líder de la iglesia La Luz del Mundo ha sido sentenciado a 16 años y ocho meses de cárcel por abuso sexual infantil. Un juez ha aceptado este miércoles el acuerdo entre la Fiscalía de California y los abogados de Naasón Joaquín García, que confesó haber obligado a dos niñas a que le hicieran sexo oral y otro cargo por haber cometido actos lascivos con una menor a cambio de librarse de ir a juicio en Estados Unidos.
La sentencia pone punto final a un proceso penal que se ha extendido durante tres años y entierra la posibilidad de que el apóstol de Jesucristo, como es conocido entre sus seguidores, responda por otras acusaciones como trata de personas, violación, extorsión y posesión de pornografía infantil. De haber sido encontrado culpable de todos estos delitos, el ministro religioso pudo haber pasado el resto de su vida en prisión.
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“Estoy aquí para recordarte todas las cosas enfermas que me forzaste a hacer y que no he sido capaz de olvidar”, ha relatado entre lágrimas una víctima. “Abusaste de mí de las maneras más enfermas posibles”. “Me destruiste la vida”. Una a una, las frases de su testimonio y los de otras denunciantes retumbaron en la corte, sin que Joaquín García siquiera volteara a verlas. No se ha atrevido a mirar a los ojos a ninguna de las mujeres que lo confrontaron en el tribunal.
“Les pido disculpas, mis manos están atadas”, ha reconocido el juez Ronald Coen, al dictar la condena y reprender a la Fiscalía por “abandonar a las víctimas”. También se ha ordenado indemnizar a las denunciantes. “Usted es un depredador sexual”, ha agregado Coen. La sentencia ya considera los tres años que Joaquín García ha pasado en la cárcel, lo que anticipa que pueda retomar el control de la organización, que asegura tener cinco millones de seguidores en más de 50 países, una vez que sea liberado. A pesar de las acusaciones y de que ha enfrentado todo el proceso tras las rejas, el autoproclamado “siervo de Dios”, de 53 años, ha mantenido el poder en el manejo de la congregación.
La audiencia se ha celebrado bajo estrictas medidas de seguridad, al ser uno de los casos de más alto perfil en California de los últimos años, y ante la mirada de denunciantes, abogados y altos mandos de la iglesia. “Era una niña”, le ha reclamado otra de las víctimas. “Me violaste y abusaste de mí por tanto tiempo”. “Me despojaste de mi dignidad”. “Tendré que vivir con las cicatrices de los abusos de Naasón por siempre”. “Odio mi cuerpo, ni siquiera puedo verlo, cada parte que tus sucias manos tocaron”. Las historias de familias destrozadas y predominantemente humildes ―abusadas espiritual, sexual y económicamente― han llenado la sala.
La confesión de Joaquín García se produjo el viernes pasado, menos de 72 horas antes de que iniciara el juicio en un tribunal de Los Ángeles, y supuso un giro inesperado en el mayor caso que se recuerde contra un religioso mexicano. El líder de La Luz del Mundo admitió su culpabilidad en solo tres de 19 cargos que se le imputaban. Originalmente, era acusado de 36 delitos. La posibilidad de un acuerdo parecía remota hasta la semana pasada: la Fiscalía fijó su fianza en 90 millones de dólares, “la más alta de la historia” en California, y firmó un acuerdo de colaboración con Alondra Ocampo, su coacusada y principal cómplice, a cambio de una sentencia reducida. “Naasón Joaquín García es un demente”, dijo en 2019 el entonces fiscal general Xavier Becerra, ahora funcionario de la Administración de Joe Biden.
Cinco denunciantes, casi todas menores de edad al momento en que ocurrieron los abusos denunciados, esperaban que el juicio les diera la oportunidad de contar por primera vez su historia. Esa oportunidad llegó en la audiencia de esta mañana, marcada por testimonios desgarradores para exigir justicia. Las vistas preliminares habían destapado imágenes de pornografía infantil, vídeos explícitos protagonizados por Joaquín García y testimonios que pusieron al ministro de culto contra las cuerdas. “Me robaste la inocencia”, ha relatado una de las denunciantes. “Eres una desgracia para la humanidad, acechas a tus víctimas entre los que más te aman y te veneran, entre ellos mi propia familia, eres un monstruo”.
El apóstol era acusado de tener un grupo de “doncellas”, niñas y adolescentes que eran reclutadas por fieles de su organización y que eran coaccionadas hasta ser abusadas por el apóstol. Se les pedía hacer bailes sugerentes, tomarse fotografías en lencería, hacer masajes y tener relaciones sexuales, pese a que se negaron explícitamente. “Naasón Joaquín García les dio un discurso de cómo un rey tiene varias amantes y afirmaba que, al ser apóstol de Dios, nunca podría ser juzgado por su acciones”, se lee en un testimonio de un agente del FBI durante las audiencias preliminares. Los abusos se remontan a 2015, un año después de que el acusado asumiera como líder de la iglesia. Tomó siete años escuchar la verdad.
La iglesia sostuvo desde su detención hace tres años que su líder era “honorable” e “inocente” y ha guardado silencio ante la confesión de la semana pasada. “Nos decían que las acusaciones eran obra del demonio”, cuenta Elisa Flores, que abandonó el culto a principios del año pasado. “Teníamos que consagrar [orar] las 24 horas del día para pedir que lo liberaran”, agrega. Así lo han hecho cientos de fieles en Hermosa Provincia, en la ciudad mexicana de Guadalajara. Algunos portavoces justificaron a título personal que el acuerdo de culpabilidad es consecuencia de que “no había garantías de un juicio justo” y alimentan la narrativa de que su líder, ahora un agresor sexual confeso, es un mártir. Para los creyentes, el apóstol es un dios vivo: infalible, incuestionable y santo. “Cualquiera que aún crea que este hombre es dios en la Tierra es cómplice y está apoyando a un abusador de niños”, ha afirmado uno de los fiscales al inicio de la audiencia.
Una de las frases más repetidas durante la vista fue “no eres un dios”. “Creí que la iglesia era un lugar seguro, pero se convirtió en una pesadilla”, ha dicho otra denunciante. “Naasón, eres un cobarde”, se ha quejado, desencajada. “Aquí estamos, míranos”. “Nunca mostraste remordimiento”. Una mujer que también denunció abusos ha sentenciado ante Joaquín García: “Me usaste como tu esclava sexual, me arrebataste todo (…) Desearía que me hubieras matado para ponerle fin a este sufrimiento”.
Otras tres mujeres eran señaladas como groomers, asistentes que instigaron los abusos: Ocampo, Susana Medina Oaxaca y Azalea Rangel. Medina Oaxaca llegó a otro acuerdo la semana pasada con la Fiscalía, en la que reconoció un delito menor de lesiones y pasar un año en libertad condicional a cambio de evitar ser juzgada. Rangel permanece prófuga y fuentes cercanas al caso la ubican en México, donde la iglesia fue fundada en los años veinte y concentra su mayor cantidad de seguidores, donde mantiene un perfil bajo. Con todo, Rob Bonta, el actual fiscal general de California, defendió el pacto con los acusados como una victoria. “Naasón Joaquín García usó su poder para aprovecharse de niños”, afirmó Bonta. “Esta condena jamás podrá deshacer el daño, pero ayudará a proteger a las futuras generaciones”, agregó en un comunicado.
“¿Qué le hice a usted para que violara a mi hija?”, ha dicho la madre de una denunciante en español. La mujer describió que el día más feliz de la vida de su hija fue cuando fue escogida en el grupo de doncellas. Después identificó señales de los abusos y confrontó a Joaquín. “Nos dijiste que no éramos nada”, ha recordado. “Me di cuenta por qué mi hija ya no quería ir. Cada vez que iba a su casa, la violaba”. “¿Por qué le hizo esto a niñas inocentes que lo amaban?”.
Para decenas de antiguos miembros que han arriesgado su vida para denunciar los abusos cometidos a nombre de la iglesia, donde se decía a las niñas que servir y ser tocadas por el “apóstol” era “una bendición”, el castigo no es suficiente y el acuerdo, “una burla”. Julie Joaquín, sobrina del ministro religioso, también dijo haber sufrido abusos en una conferencia de prensa el martes: “Es una secta muy peligrosa, ya he perdido a la mayor parte de mi familia”. Sochil Martin, la primera mujer que destapó el escándalo asegura que hay “cientos o quizás miles de víctimas” y ha declarado al salir de los tribunales que teme represalías por parte de los seguidores y la cúpula de la iglesia.
El arreglo en Estados Unidos deja en el aire las investigaciones en México contra la cúpula de la iglesia y Joaquín García, que zanjó conexiones a lo largo y ancho del espectro político en todo el continente. La organización fue denunciada por lavado de dinero por la Secretaría de Hacienda y se abrió una investigación espejo por delincuencia organizada en la Fiscalía General de la República, pero no se han anunciado avances desde hace meses. Samuel Joaquín, padre de Naasón y líder de la iglesia durante 50 años, también fue señalado por abusos, pero las denuncias nunca llegaron a los tribunales mexicanos. Eusebio Joaquín, su abuelo y fundador de la iglesia, fue cuestionado por otros escándalos sexuales, que tampoco se investigaron formalmente, pero produjeron un cisma en la organización. Y aún persiste una demanda en un tribunal estadounidense por actuar como una “organización criminal”. El juicio en California abría la puerta para conseguir lo que no se había logrado del otro lado de la frontera en décadas. Ahora hay una confesión y una sentencia, pero las víctimas han dejado claro que no se ha hecho justicia.
(Con información de El País)