El Senado de Estados Unidos ha aprobado este martes el mayor plan de reconstrucción y modernización de infraestructuras en más de 70 años, uno de los pilares del programa económico del presidente Joe Biden. El paquete de un billón de dólares (851 mil millones de euros) ha salido adelante con el apoyo total de los demócratas, pero también con un significativo respaldo de los republicanos, lo que le supone un gran logro legislativo para el mandatario. La votación ha sido 69 a favor y 30 en contra, en un Senado que está partido por la mitad. El ambicioso proyecto, que durante las negociaciones sacrificó la inversión en programas sociales y lucha contra el cambio climático, tiene como objetivo crear millones de empleos, reforzar la clase media estadounidense y contrarrestar el avance de China en la economía global.
Bautizado como Plan de Empleo Americano, el programa incluye nuevas inversiones en infraestructuras por 579.000 millones de dólares. Unos 312.000 millones se destinarán a la reparación de carreteras y puentes, y la sustitución de parte de la flota de buses escolares convencionales por eléctricos. En otro apartado se contempla el arreglo de cañerías contaminadas por plomo; extender el acceso a banda ancha de internet y mejorar la red eléctrica. El porcentaje de inversiones públicas en infraestructuras en EE UU es famélico en comparación con lo que era a mediados del siglo pasado. En los sesenta se invertía el 2,7% del PIB y ahora apenas el 0,7%, mientras China gasta tres veces más.
Está previsto que el paquete bipartidista se financie mediante la reutilización de fondos como los presupuestos aún no asignados para hacer frente a la pandemia, recortes de gastos y flujos de ingresos. Un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso concluyó el fin de semana que la legislación aumentaría los déficits en alrededor de 256.000 millones de dólares durante la próxima década, el gran resquemor de los republicanos durante las extensas negociaciones. El líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, el conservador más poderoso de Washington, fue uno de los senadores que votó a favor. Ahora el proyecto de ley pasa a la Cámara de Representantes, que retoma sus sesiones en septiembre, después de un receso de verano.
La propuesta original del plan de Biden era 2,25 billón. Los demócratas tuvieron que renunciar al apartado social del paquete durante las semanas de negociaciones para lograr el apoyo republicano. El líder de la mayoría demócrata, el senador Chuck Schumer, ha apuntado que si bien hubo “desvíos” en el pedregoso camino, el plan aprobado le “hará mucho bien a Estados Unidos”. Por su parte, la senadora republicana Lisa Murkowski sostuvo que no era un proyecto de ley de infraestructura “perfecto”. Pero “es mejor obtener algo de lo que quieren nuestros electores, en lugar de nada”, apuntó.
Ahora los demócrata centrarán sus esfuerzos en impulsar en el Senado la aprobación de su plan de presupuesto de 3,5 billones de dólares, que incluye el paquete de “infraestructura humana”. Este supone expandir significativamente la seguridad social, impulsar el gasto en cuidado infantil y de la tercera edad (Medicare), inmigración, educación, cambio climático y otras políticas sociales que se pagarían con una subida de impuestos a los más ricos y a las grandes corporaciones. Está previsto que la discusión sobre este paquete sea mucho más partidista y que solo cuente con los votos de los demócratas, pero aun así podría aprobarse.
Las inclementes negociaciones para sacar adelante el plan de infraestructuras estuvieron lideradas por cargos de la Casa Blanca y un grupo clave de 10 senadores republicanos y demócratas. Este fin de semana, cuando ya era inminente que habían llegado a un acuerdo en los aspectos más relevantes del programa, el expresidente Donald Trump publicó un comunicado para amenazar a sus compañeros de partido que votaran a favor.
“El proyecto de ley de infraestructura de Biden se utilizará contra el Partido Republicano en las próximas elecciones de 2022 y 2024. Será muy difícil para mí respaldar a alguien lo suficientemente tonto como para votar a favor”. En noviembre del próximo año son las elecciones legislativas y el control del Capitolio, que actualmente está en las manos de los demócratas, vuelve a someterse a las urnas.