Millones de ciudadanos fueron puestos en confinamiento este domingo en China, tras registrar la cifra más alta de contagios por covid-19 en dos años, pero la política de «cero covid» provoca fatiga entre la población e, incluso, dudas sobre su efectividad.
Debido al brote los barrios fueron acordonados uno a uno en Shanghái, la metrópolis más poblada de China, y cerrados centros comerciales, restaurantes y escuelas.
Las autoridades estrecharon su control sobre el acceso a Shanghái, en el este, con la suspensión del servicio de autobuses a la ciudad de 24 millones de personas. También se exigía una prueba diagnóstica a cualquiera que quisiera entrar.
“Los que vengan o regresen a Shanghái deben tener un reporte de prueba negativa de ácido nucleico de las 48 horas previas a su llegada”, indicó en un comunicado la agencia de salud de la ciudad.
Millones confinados en Shenzhen
En el centro tecnológico del sur, Shenzhen, limítrofe con Hong Kong, 17 millones de personas fueron aisladas este domingo tras identificar 66 casos, mientras que 19 provincias enfrentan brotes de las variantes ómicron y delta del coronavirus.
Yanji, una urbe de 700 mil habitantes en la frontera norcoreana, también entró en cuarentena. Y en la ciudad de Jilin, los habitantes de centenas de barrios fueron confinados parcialmente, anunció el domingo un responsable municipal.
Los pobladores de Jilin han completado seis rondas de pruebas masivas, dijeron las autoridades.
El domingo, la ciudad reportó más de 500 casos de la contagiosa variante ómicron.
China, donde el virus fue detectado por primera vez a finales de 2019, ha seguido una política estricta de «cero covid» con confinamientos, restricciones de viaje y pruebas masivas cuando se detectan focos infecciosos.
Sin embargo, la cifra de contagios en un país de mil 400 millones de habitantes es pequeña si se compara con la de otras naciones.
«Los mecanismos de respuesta de emergencias en algunas áreas no son lo bastante robustos, no hay suficiente comprensión de las características de la variante ómicron y ha habido decisiones inadecuadas», admitió Zhang Yan, autoridad sanitaria provincial de Jilin.
El alcalde de Jilin y el jefe de la comisión de salud de Changchún fueron destituidos de sus cargos el sábado, informó la prensa estatal, señal de férrea política impuesta por las autoridades locales para luchar contra los brotes.
China ha logrado mantener hasta el momento los casos de coronavirus a un nivel bajo gracias a las medidas draconianas, pero el agotamiento hace mella cada vez más en el país.
Política de cero covid
Algunos responsables preconizan ahora medidas más blandas, al mismo tiempo que economistas alertan de daños a la economía por los confinamientos.
«Es el peor (confinamiento) desde 2020», lamenta a la AFP un residente de Shenzhen, que se dice llamar Zhang. «Los cierres son demasiados frecuentes, mi amiga se despertó por la mañana y descubrió que su edificio había sido acordonado durante la noche sin previo aviso. Su jefe tuvo que enviarle una portátil por correo», cuenta.
Hong Kong, por su parte, tiene en la actualidad una de las tasas de mortalidad más altas del mundo por el virus, con ómicron golpeando a su población sobre todo mayor que aún se muestra reacia a vacunarse.
Miles de expatriados también han abandonado la ciudad, principalmente debido al cierre de las escuelas y las severas restricciones que han reducido cualquier reunión o movimiento a casi cero.
Ante el aumento de casos, la autoridad sanitaria china anunció el viernes que introduciría el uso de pruebas rápidas de antígenos, lo que podría indicar una forma de relajación de la política de salud del Partido Comunista.
La semana pasada, un destacado científico chino indicó que el país debería tratar de vivir con el virus, como lo han hecho otros países.
Pero el gobierno no ha descartado la posibilidad de recurrir a confinamientos estrictos.
(Con información de Milenio)